Viana de Jadraque, 10 de julio de 2017

 

Viana de Jadraque es un pequeño, bonito y tranquilo pueblo de la Sierra Norte de Guadalajara”, así nos presentamos desde la web del Ayuntamiento. En su escudo: a la izquierda, una fuente; y a la derecha, un molino de agua, todo ellos sobre fondo plata y verde, símbolo este último de los fértiles campos que rodean su precioso casco urbano.

En Viana, como en cualquier otro pequeño pueblo, todo este esplendor se ha sostenido tradicionalmente en el agua y en un sistema de riego que, desde El Arroyo del Prado, mediante antiguas regueras –especie de zanjas trabajadas y mantenidas a mano durante generaciones y que “siempre han estado ahí”, como repiten nuestros mayores–, llevan el agua a cada “pedazo”. 

Hasta donde se sabe, cada vecino/propietario hacía limpias y mondas de los cauces que pasaban por sus propiedades y las hacenderas –trabajos en común– eran frecuentes para limpiar o reparar los tramos más importantes. Pero la emigración primero y el envejecimiento de la población local después, se fue traduciendo paulatinamente en cada vez más huertos abandonados, regueras en mal estado, en desuso o, prácticamente, desaparecidas. Siempre a través de la Asociación de Propietarios, a la que se vincula la Comisión de Regantes, se han hecho limpias e, incluso, canalizaciones mediante tuberías para facilitar las labores de riego de nuestros hortelanos, hasta que en la primavera de 2016, un grupo de jóvenes de Viana, de los dispuestos a arrimar el hombro por su pueblo, se ofrecieron voluntarios para hacer las reparaciones y limpiezas necesarias para mantener y perpetuar el patrimonio de las regueras. Su trabajo fue duro y, al tiempo, enormemente diligente, para satisfacción de todos. Y el coste, además, no ascendió ni a la mitad de lo estimado, con lo cual en 2017 nos encontramos con un superávit económico para regueras y los “intereses” –no ya económicos– de una buena labor, que bastaba prácticamente con repasar.

Así las cosas, en 2017 se podía acometer una obra mayor y, de entre todas las posibles, se eligió el arreglo de la reguera que transcurre en el camino por detrás del Lavadero y hasta el Arroyo, y que recoge el agua del propio Lavadero, de la Fuente, una reguera y es además el único desagüe del agua de lluvia de buena parte del pueblo. La erosión había convertido el camino en prácticamente intransitable, el torrente de las tormentas desbordaba el cauce –comido por malezas, zarzas y raíces invasivas– inundando pedazos y, para colmo, el puente sobre el arroyo estaba hundido… Sin duda era uno de los proyectos en beneficio de lo común que más urgencia demandaba en aprovechamiento del camino, de los recursos hídricos –al ir directamente éstos al arroyo y no perderse por infiltración en huertos baldíos–, además de generar un impacto sobre el patrimonio natural y cultural de Viana, por decidir ejecutarse esta obra a los usos tradicionales, usando la piedra propia de nuestra arquitectura patrimonial.

No hemos terminado. Aún queda trabajo que, una vez más, se está pudiendo sacar adelante gracias a la colaboración de los vecinos. Unos están contribuyendo con la mano de obra; otros, proporcionando la piedra, que se está pudiendo transportar gracias a los tractores y remolques también de nuestra gente; hay quién proporciona la electricidad, quién limpia para eliminar todo resto de basura, quién pisa para asentar la tierra, quién simplemente acompaña para hacer más llevadera la labor y, de paso, aportar buenísimos consejos. Una vez más, muchos están sumando convirtiendo así esta reguera en un nuevo símbolo de unión y fortalecimiento de nuestro pueblo, para nuestro orgullo, el de los que nos precedieron y, sobre todo, el de los que crecen con nuestro ejemplo. Una vez más, y siempre como en palabras de nuestro alcalde, #JuntosHacemosPueblo

¡Mil gracias a todos!
Maite Cañamares
Secretaria de la Asociación de Propietarios